jueves, 3 de mayo de 2012

El tiempo de tu ausencia










Caminando el tiempo de la ausencia
apagan mis pasos aleteos de retamas
y perfiles pétreos miran desde arriba
silueta vagabunda dando tumbos.

Cruzan en diagonal pájaros negros
abriendo surcos en el día
y laboriosas arañas
en danza febril incomprensible
tapizan tardes con esperas.

Ramalazos de recuerdos como truenos
sacuden con miedo los simientos
 y a lo lejos los Andes se reflejan
en acuosos fondos que devuelven
distorsionando en azul pétreos contornos.

No hay palabras que describan
soledad tan cruel y tan espesa
que se cuela por el resquicio de las puertas
ni el lamento que no brota pero duele
de cabelleras vegetales  golpeadas por los vientos.

Árboles tristes
tan tristes
tan tristes
llueven ausencias.





Rebobinando tu imagen


Con esta manía que tengo
de analizar metódicamente todo
y buscarle lógica matemática a las cosas
sabiendo en demasía que no la tienen
si la vida discurre por caminos inusuales
por vericuetos filosóficos jamás previstos.
Si el sol cuando ilumina nuestra cama
y se posa delicado en tu perfil
no requiere de la función exacta que dibuje nueva ruta
o si la explosión de colores que me acompaña
ilumina recovecos de la Ronda sin saber si es la medida justa
que requieren los ojos de las palomas
que habitan en sus techos envejecidos
o si el latir de los geranios no obedece a un patrón ya definido
o si el sonido de tus besos hace eco sin razón
en altos murallones solitarios reflejados en verdes lagunas
o si el himno de la vida no requiere partitura
ni de un diestro director 
que le indique en qué punto empiezan los violines
o se acallan las trompetas.

Con esa manía, digo,
He sacado de mis ojos
la última imagen que de ti tenían
y la he cambiado
por una puesta de sol en la playa
para que el dolor sea menos
y no me oprima cual tenazas la garganta
bloqueando la entrada del aire a los pulmones.

¿Y qué crees?
al momento de fijarla
se superpuso tu imagen
grabándose en la arena y
planteándome un dilema.

¿Qué hago ahora?
me preocupa que suba la marea
desdibujando tu sonrisa socarrona
y que los granos se incrusten inapropiadamente en tu piel
o gaviotas desubicadas hagan alto en tu cabeza.

Rebobino la idea cuando noto
que tu imagen volvió a mis pupilas 
y nuestras sombras se pasean abrazadas
por la puesta de sol,
guardo entonces mi lógica matemática
la chispa genial con que resuelvo
los estúpidos absurdos de una farsa descomunal
y me aferro como un infante al pecho de su madre
con la tierna locura de que se vuelva realidad.