A él, en la placita Santo Domingo.
Soy una cueva a la que el musgo con persistencia invade
y cuyas paredes no ofrecen resistencia
a las raíces que se adentran en la tierra.
Apenas una débil orografía
que permite te incrustes en su piel.
Y aunque la cueva cree que se mantiene incorruptible,
su alfombra verde contiene un universo de vida en miniatura.
Te adueñaste de mi cuerpo y de mi mente
y mientras yo pensaba que recorría un camino
que me alejaba de ti,
te llevé conmigo sin advertirlo;
y ya no hubo nada más
ni historias
ni comienzos
ni tan siquiera tristeza.
No volví a pensar en ti como algo ajeno,
como en otro ser,
te tengo adherido y es cruel
porque a diferencia de la cueva,
he empezado a advertirlo.
sábado, 11 de septiembre de 2010
miércoles, 1 de septiembre de 2010
Entrevista en programa Quito solo Quito
Esta entrevista se hizo en la visita a Quito de las poetas Manuela Serrano y Carmen Lezcano y se puede ver en tres segmentos.
RÉQUIEM DEL ADIÓS
Amanece lluvia timorata y lento el rumor del viento revuelve los pliegues del paisaje; la proa de mi barca entontecida no encuentra la ruta de tus pasos. Va al vaivén de las olas de tu ausencia.

Los sonidos se tornan acuosos, verde oscuros y se cargan al ritmo de tu ausencia. Conformo avanzo por boas gigantescas y lagunas que albergan a rosados delfines sumergidos, aparece tu imagen demacrada en la vitrina de los ríos.
Desde cada orilla verde me grita tu presente y te respondo desde mis pasados que no dejan de fluir; me hacen no estar estando en el justo momento en que pido que las aguas vuelvan a sus cauces.
Así, ya sin certezas, desde la página en blanco que me espera, grito que te amo. Cierto: una fría frase con la que me arropo, mientras arrecia el temporal. Cien mil arpías cantan el réquiem del adiós.
Ya no soy camino ni ruta carrozable.
¿Qué deleznable ingeniería utilizaste?
Espesa vegetación cubrió con furia los jardines florecidos que sembramos y hoy, un mar verde inunda playones vacíos y me pregunto si ahora sueño o soñaba cuando junto a ti yacía.
Somos «cadáveres perfectos sin mausoleos ni cementerios».
Aún así, me llega todavía un rumor lejano, un latir loco de tu corazón atado al mío, negándose a seguir en solitario como hemos decidido.
Cien mil arpías cantan el réquiem del adiós y me obstruyo los oídos, amor.
EL LAMENTO DEL GERANIO
Amanecen tristes días grises
columnas de fuego los Andes estremecen
y el viento vaga murmurando que no estás.
Mis raíces convulsionan recibiendo este mensaje.
Se pierde el eco de mis tacones calle al fondo
y un arco de geranios triunfal, grita que no es cierto.
Tornan hojas y rocío a mis lágrimas
y colores fucsias por ventanas desoladas.
Tu cuerpo no late junto al mío, amor,
ni puedo beber geranios tintos en noches de bohemia.
Tu recuerdo se pasea colorido por balaustres y ventanas
y estremezco notarme florecida en mis entrañas.
¿Dónde estás trovador de jardines moros
por qué calla tu piano
en que rincón descansan las notas que abren mis pétalos, sin ti, desubicados
dónde la armonía a reconstruir vegetal deseo
que pueble de verdor mis yermas ramas?
El viento vuelve y murmura que no estás…
y mis raíces convulsionan recibiendo este mensaje.
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