martes, 26 de octubre de 2010

MAÑANA

Mañana, cuando el agua deje de fluir con libertad, deslizándose por la esponja de los páramos, cuando ya no dibuje recovecos y cascadas por las estribaciones de los Andes,
y sea más bien torrente tumultuoso que borre los perfiles del paisaje, te amaré.

Mañana, cuando el viento deje de ser  caricia en el rostro, canto entonado en las copas de los árboles, fuerza moviendo con tenacidad molinos llenos y sea más bien furia desatada destruyendo  la frágil orografía creada por los hombres, te amaré.

Mañana, cuando el sol no llegue descobijando el paisaje y su aliento de vida ya no abrase y llegue más bien como una terrible profecía, lenguas de fuego arrasando esfuerzos, marcas incrustadas en la piel, pústulas virulentas y cánceres malignos, aún así te amaré.

Mañana, cuando la tierra no prodigue con generosidad sus frutos ni abra sus calientes redondeces al paso ágil de las raíces que sostienen las espigas, y cuando grandes cicatrices cuarteen su faz por el ataque brutal de los elementos y químicos pestilentes que desechan las ciudades, te amaré.

Mañana cuando la milenaria cordillera no anuncie con luces y sombras el paso de los días ni sea refugio de amor fuente de vida, oráculo que presagia alegría y abundancia y más bien vierta a borbotones la sangre de la tierra incinerando toda vida, te amaré.

Pero mi aliento no será el de hoy, seré más bien cuerpo lánguido de hambre, ojos secos e inexpresivos por la frustración de no tener lágrimas, triste prisión de mis pasiones y solo quedarán estos versos que se nutren de la vida en plenitud de hoy y su recuerdo será el fuego que avive este amor para que perdure a la locura de esta época.

Volaremos entonces por centurias y milenios buscando el rincón en el podamos instalar nuestro amoroso nido desde donde renazcan  evas y adanes que volteen nuevamente con su fragor el Paraíso o nos quedaremos vagando en la búsqueda de lo que ya no será hasta que nuestros huesos calcinados se hagan polvo en el desierto y se esparzan en el viento de las eras venideras y aún así, te amaré.

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